DARÍO
GÓMEZ
LA NOSTALGIA DEL REY DEL DESPECHO
Por Henry Holguín -
Foto sumistrada por Jorge Alarcón de EL CHIBCHA
Night Club de N.Y.
No
hace mucho enterró a su hija, asesinada
en un bus en las calles de Medellín.
Darío Gómez tomó rumbo
hacia su finca, 'El sudor del rey'. Lloró
y habló de los días duros de
su vida. Lo acompañamos en su refugio
en Santa Fe de Antioquia.
Es un oscuro día de noviembre del año
79. El cantante y compositor Darío
Gómez está tomándose
unos aguardientes. Se le nota angustiado.
Para colmo, ha escogido para beberse los guaros
en un sitio realmente macabro: una fonda ubicada
en el lote del antiguo cementerio de San Jerónimo,
su pueblo natal. Desde la mesa donde el 'Rey'
calma su despecho se ven montones de lápidas
rotas, huesos humanos y calaveras.
"De
pronto -dice-, viendo esos huesos, se me ocurrió
una frase:
'Nadie es eterno en el mundo' ".
Así,
entre lágrimas y aguardiente, en una
hoja de papel de envolver y con un bolígrafo
prestado, Gómez escribió el
que habría de ser su más grande
éxito:
"Nadie
es eterno en el mundo
ni teniendo un corazón,
que tanto siente y suspira
por la vida y el amor...".
Y
sin dejar de llorar un minuto, Darío
Gómez sacó, de lo más
profundo de su alma, el estribillo que los
borrachitos cantan a grito herido en la mitad
de sus rascas:
"Cuando
ustedes me estén despidiendo
con el último adiós de este
mundo,
no me lloren que nadie es eterno,
nadie vuelve del sueño profundo...".
"Cuando
terminé de escribir -cuenta ahora-
no me imaginaba que ese disco habría
de vender más de un millón de
copias... Y sigue vendiendo...".
Así
ha sido siempre. De su dura vida, llena de
golpes y despechos, el maestro Darío
Gómez ha terminado sacando sus temas
inconfundibles y plenos de alma popular.
Cuando
habla de su infancia, se pone serio: "Yo
no gatié en alfombras ni nací
con la vaca amarrada al pie de la cama. A
mí me tocó una niñez
de sudor y sacrificios".
Nacido
el 6 de febrero de 1951 en San Jerónimo,
un pueblo caluroso a una hora de Medellín,
Gómez trabajó desde los 7 años
acompañando a su padre en las difíciles
tareas agrícolas.
"Aprendí
a arar la tierra, a sembrarla y a recolectar
sus frutos. A mucha honra fui chapolero y
pasé mucho tiempo cogiendo café...".
Se
le mojan los ojos recordando a sus abuelos,
Carlos Antonio y Carmen, a su hermana Rosángela
y al tío que a los 12 años se
lo llevó para que "aprendiera
la mecánica y fuera alguien en la vida".
Trabajó
como mecánico casi un año en
diversos talleres. Aprendió tanto,
que hoy en día él mismo rectifica
los motores de sus carros.
Pero cada que le quedaba un rato libre, el
niño Darío Gómez escribía
en un cuaderno letras para canciones a las
que él mismo les ponía música.
"No
recuerdo esas épocas con tristeza,
amargura o rencor. Papá hacía
lo que podía y la realidad es que nunca
nos faltó el bocado de comida".
Cuando
cumplió 21 años decidió
que Colombia le quedaba chiquita. Ya se le
había metido en la cabeza el ser cantante
y compositor. Pensó que Venezuela era
una buena opción y un día cogió
su cuaderno con más de 50 canciones
escritas, un morral con dos mudas de ropa
y cruzó la frontera en el Majayura
guajiro.
"Llevaba
la esperanza de visitar Caracas para mostrar
mis canciones. Pero sólo llegué
a la provincia del Zulia donde me tocó
trabajar en lo que más sabía:
la agricultura. Fui jornalero hasta que a
mediados del 73 llegó la PTJ y me capturó
por indocumentado sin dejarme recoger mi ropa,
y lo peor, el cuaderno donde tenía
60 canciones inéditas".
Puesto
en la frontera, a Darío le tocó
caminar por dos días hasta que se apiadaron
de él. "Era un tipo flaco, famélico,
con pinta de hambre. Por eso me dieron posada
y me prestaron plata para devolverme a Medellín".
En
julio de 1976 ingresó a Papeles Scott
como operario y mecánico. Allí
habría de pasar dos años combinando
su trabajo con sus incursiones artísticas,
escasas y mal pagadas.
Y
por fin, luego de recorrer inútilmente
varios municipios, donde cantó en cantinas
mal iluminadas y negocios de mala muerte,
Codiscos lo llamó a grabar sus primeras
canciones, temas de corte decembrino y picaresco,
así como vallenatos y otros bailables.
"Hasta
ese momento, los golpes de la vida no me habían
iniciado en el difícil camino del despecho".
En
Papeles Scott no querían dejarlo ir.
Sus jefes le dijeron que "cómo
iba a cambiar un trabajo seguro por la bohemia
artística". Pero no dio su brazo
a torcer, se fue y dejó en su reemplazo
a uno de sus hermanos. Todavía trabaja
ahí.
El
31 de octubre de 1978 fue un día crucial
en la vida de Darío.
"Ese
día murió mi hermana Rosángela
Gómez, quien había sido como
una madre para mí...".
Solo
y triste, tan pronto como pasó el sepelio,
Darío se sentó a escribir de
un solo envión su famoso tema Ángel
perdido, dedicado a su hermana muerta. La
canción vendió 600 mil copias
en seis meses convirtiéndose en su
primer éxito en música de carrilera.
El
camino del despecho estaba abierto.
Para ese entonces Gómez se había
casado por primera vez en la iglesia de Sopetrán,
"con una mujer a la que amé mucho
en su momento y quien nunca entendió
mi profesión. Ella no hacía
más que criticarme por ser cantante
y decirme que con esos tiestos (los discos)
nunca iba a llegar a ninguna parte".
Esto
profundizó su tristeza natural, su
despecho propio que -al contrario de ahora,
cuando llora mucho- no se reflejaba en lágrimas.
"Yo
era duro de llanto. En mis malos momentos
sentía una opresión en el pecho
pero no la exteriorizaba. Simplemente me ahogaba
de dolor por dentro. Ahora, y gracias a mi
segunda esposa, Olga, incluso he aprendido
a llorar...".
Se
separó de su primera esposa y quedaron
tres hijos: Wilmar Humberto, Walter de Jesús
y Luz Dary Gómez Pineda.
A
los pocos meses conoció a una niña
de 15 años, sumamente hermosa, "muy
de su casa y virgen" como dicen las señoras
antioqueñas. Era Olga Lucía
Arcila, con quien habría de formar
su segundo hogar y se convertiría en
la mujer de su vida.
"Olga
es para mí todo: mujer, niña,
amante, mánager, consejera. No puedo
imaginarme mi vida sin ella... Sobre todo,
ha creído en mí y me ha valorado
como esposo, padre y artista".
Para
conquistarla, siendo 13 años mayor
y separado -pecado gravísimo para las
familias antioqueñas de esa época-,
Darío utilizó una mezcla de
dulces insultos y canciones hermosas.
"Me
llamaba 'culicagada', cosa que odiaba y sigo
odiando -dice Olga-. Y me cantaba. Me cantaba
canciones tan hermosas que me hacían
temblar por dentro".
"Permanentemente
me echaba -recuerda Darío con una sonrisa-
pero yo no me iba. Hasta que un día,
cuando grabé el tema Sobreviviré,
en el que hablo de salir adelante sin ella,
decidí llevárselo a ver qué
pasaba...".
"Ese
día comprendí que estaba enamorada
de ese hombre mayor que me repelía
y atraía al mismo tiempo -cuenta ella-.
Cuando escuché la canción que
habla de conseguirse otra y de que va a sobrevivir
a pesar de mi desamor, me dije 'lo perdí'
y me puse a llorar".
Desde
entonces están juntos formando un hogar
romántico y tierno, con sus hijos Kelly
Johana, Jorge Armando y Lady Catalina. Nada
ha podido separarlos.
"ESTOY
CANSADO DE ESCUCHAR MENTIRAS SOBRE MÍ,
SIN DEFENDERME".
Aunque el tema no le gusta, Darío Gómez
también habló de las versiones
que indican que ha sido un mal padre con los
hijos de su primer matrimonio.
"Es terrible tener que hablar de mis
hijos y de mi anterior esposa. Pero debo hacerlo,
porque estoy cansado de guardar silencio mientras
medio país escucha un montón
de falsedades. Una de las causas de mi despecho
es la situación que he vivido con mi
antigua familia. Mis hijos viven no en la
cuadra de cambuches y tugurios que mostró
la televisión sino en un sitio muy
decente del barrio 12 de Octubre -no París,
como dijeron- en una casa de tres pisos sumamente
confortable. Mi hija, la que murió
en un barrio de Medellín, incluso vivía
en otra casa que le di, la misma donde yo
viví mucho tiempo".
Con
amargura, Gómez coloca los casetes
en los que están grabadas las voces
de sus hijos, insultándolo, exigiéndole
dinero.
"Yo
creo que esta es una de las cosas que más
despecho ha causado en mí: la incomprensión
de mi propia familia quienes en vez de apoyarme
lo que quieren es destruirme".
Muestra
los recibos de un taxi que les dio a sus hijos
y que vendieron a los dos meses "para
beberse la plata" y las pruebas de que
vendieron los apartamentos de los pisos altos
de la casa para irse a vivir a uno de los
locales "y así poder seguir diciendo
que los tengo abandonados".
Se
destapa, después de muchos años
de furia contenida. "Se han aprovechado
de mí. Me da pesar de ellos. No me
han correspondido con la sinceridad y lealtad
que yo mismo les he entregado. Pero sobre
todo, no me respetan como padre".
Dice
que luchó para que estudiaran pero
que se negaron. Dice que en repetidas oportunidades
ha tratado de que abandonen el barrio y se
bajen a vivir a sitios más residenciales,
pero se niegan a hacerlo. "Es que mientras
vivan por allá, pueden seguir hablando
mal de mí".
Agrega
que lo han engañado "mil veces"
haciendo que les dé dinero para negocios
inexistentes como la compra de unas vacas
lecheras que jamás aparecieron.
"Me
gustaría cerrar los ojos y que nada
de esto hubiera ocurrido. Miren que afirman
que mi hija asesinada en un atentado contra
un conductor de colectivo, estaba buscando
trabajo desesperada porque yo la tenía
abandonada. ¡Mentira! Ella tenía
su marido y, además, el día
de su muerte había recibido una llamada
cancelándole la cita que tenía
para un trabajo".
Dice
que Dios le ha dado una compensación
con su segundo hogar donde "reina el
amor, el respeto y los valores humanos".
"Lo
que pasa es que ya me cansé de soportar
la grosería, los insultos y el permanente
chantaje...".
DARÍO
GÓMEZ ES EL MÁS GRANDE VENDEDOR
DE DISCOS A NIVEL POPULAR EN COLOMBIA Y LATINOAMÉRICA.
No se sabe muy bien cuánto aguardiente
se han tomado los colombianos durante 25 años
por cuenta de Darío Gómez, pero,
en todo caso, si existiera esa estadística,
seguramente que a la FLA le saldría
rentable ser socia del "Rey del Despecho".
Como Discos Dago, su empresa editora en la
que maneja todo el imperio del "rey del
despecho". Fundada el 20 de febrero de
1982, Dago es hoy una verdadera casa disquera.
En
1985 se lanzó como solista con Decídelo
y ante la gran aceptación popular imprimió
su primer larga duración, Así
se le canta al despecho.
De
ahí en adelante nada habría
de detenerlo. Lo prueban más de 900
composiciones entre las que se cuentan Nadie
es eterno, La oveja negra, Tú y la
gente, El hijo del amor, El rey del despecho
y Corazón resentido. Además
de interpretar canciones tan famosas como
Sobreviviré y Me tiré el matrimonio.
Vinieron
la fama, los viajes, el éxito. Darío
ha recorrido Perú, Ecuador, Chile,
Venezuela -donde han lamentado siempre el
haberle deportado-, todo Centroamérica,
hasta que conquistó Europa. En 1997,
el 25 de octubre, Darío Gómez
debutó en París ante un teatro
a reventar.
"Estaba
muy asustado -cuenta ahora- pero comprendí
que lo único que podía hacer
era cantar".
Y
cantó.
"Sólo le digo a la ingrata que
si no ha de volver nunca,
con su desprecio me mata, hasta llevarme a
la tumba...".
Desde
entonces, casi todos los años, Gómez
recorre Europa y Estados Unidos para cantar
ante público hispano, gringo y europeo,
sus canciones de despecho. Bélgica
y Suiza se cuentan entre sus mejores plazas.
"Mis
mayores despechos son las repetidas muertes
de gente de mi familia que me golpean sobremanera.
Mis mayores alegrías, mi mujer y mis
hijos y mis mejores amigos, el público
y los medios de comunicación que me
han acompañado por 18 años".
Hoy,
convertido en empresario, dueño de
una hermosa finca que se llama 'El sudor del
rey', Darío sólo espera que
"Dios me dé cabeza para seguir
componiendo, voz para seguir cantando y alma
para no dejar de ser el que siempre he sido...".
-¿Y
cómo le gustaría morir?
-"Me
gustaría sobre todo morir en una Colombia
en paz. Dejarles a mis hijos la oportunidad
de vivir, de trabajar, en un país donde
no los estén matando en cada esquina,
como a perros. Que nadie lleve a mi entierro
odios ni rencores. Que me recuerden como lo
que fui, un colombiano de a de veras, un paisa
de todo el maíz, porque 'aunque neguemos
la enjalma y el ancestro caminero, llevamos
dentro un arriero que le da perrero al alma'.
Y que canten. Que me canten Nadie es eterno
en un coro que se eleve hasta el cielo".
Fuente:
Revista Cromos
Las
personas que quieran enviar sus mensajes directamente
a Darío Gómez pueden dirigirse
a:
BEATRIZ
ELENA BEDOYA A.
Directora EDISDAGO LTDA
e-mail: edisdago@hotmail.com
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