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LA AREPA, EL PAN NUESTRO
Redonda,
asada y de maíz, la vital arepa
es uno de los alimentos más antiguos
de nuestro continente y uno de los más
emblemáticos del país. Guía
nacional de arepas.
BERNARDO
BEJARANO GONZÁLEZ > Redactor
de EL TIEMPO
La
arepa es, ni más ni menos, el pan
de los Andes. Hablar de ella es referirse
a la historia del maíz, que nos
llegó de Mesoamérica unos
dos mil años antes de que Jesucristo
dereciera el pan a sus discípulos
para instaurar la comunión. Cuando
a los españoles se les apareció
América, calmaron su hambre con
cazabe de yuca y pan de maíz. Marco
Fidel Suárez y otros pensadores
opinan que el nombre de arepa proviene
del vocablo indígena erepa, que
los cumanagotas -tribu de los caribes-
utilizaron para nombrar el maíz.
Por supuesto, entre la variopinta horda
ibérica levantada con pan de trigo,
no todos hicieron buenas migas con la
arepa. Pablo Morillo, `El pacificador´,
dijo alguna vez en Caracas: "Todo
lo puedo pasar en esta tierra, menos esas
perrísimas tortas de maíz
que llaman arepas, hechas solo para estómagos
de negros y de avestruces."El contrapeso
histórico lo hizo `El libertador´,
Simón Bolívar, que prefería
la arepa al pan venido de Europa. También
en el siglo XIX, el viajero Appun anotó
que los venezolanos criollos, incluso
los más ricos, comían arepa
por "patriotismo".
Así, a fuerza de meterle el diente
durante siglos, la arepa se convirtió
en un símbolo culinario de estas
tierras e incluso alimentó nuestra
afiebrada inquietud verbal. ¿Quién
no ha escuchado ese aliciente procreador
de que cada hijo trae su arepa debajo
del brazo? ¿O la teoría
romántica de que cada tiesto tiene
su arepa?
Esto sin contar el prdeundo significado
sexual de la palabra, que se puede resumir
diciendo que la obra de moda en el teatro
nacional bien podría llamarse Monólogos
de la arepa. Pero, claro, esto es harina
de otro costal.
Antioquia
Grande
La arepa es al paisa lo que el maíz
fue para los mesoamericanos. Ninguna otra
región del país desarrolló
un culto por ella como el que se le rinde
en Antioquia y el Eje Cafetero, donde
no solo es pan de cada día, sino
también símbolo de una cultura
construida sobre las cosas elementales.
A diferencia de otras, como la arepa de
huevo y la santandereana, la arepa antioqueña
por excelencia no constituye en sí
misma un plato, sino el acompañamiento
ideal de otros sabores igualmente representativos,
como el de los `frisoles´. De ahí
su simpleza de sabor, divertidamente consignada
por el sacerdote Manuel Briceño
Jáuregui en su verso Arepa antioqueña:
(...) Por despistar al cliente en la comida
le pasan la arepita mal cocida para que
se la coma de un sopapo; mas... comerla
sin sal y sin quesito, casi es como si
el cliente, de a poquito, ¡pasara
el tiempo masticando trapo!
Pero
no todas las arepas antioqueñas
son de maíz blanco. El
testamento del paisa de Agustín
Jaramillo Londoño registra
que también las hay de granos amarillos
y dulces como la de chócolo (maíz
tierno), amén de la antiquísima
`cata´, rellena con chorizo, carne
asada, huevos revueltos o lo que el paisa
quiera. Otra variedad es la `tela´
o arepa plana, celestial con el chocolate.
Pero quizás el máximo deleite
arepero de Antioquia sea el de las célebres
`migas´, que no son otra cosa que
un calentado de arepas. Clara Inés
Correa de Arango, una paisa que trabaja
como maquilladora de alimentos, revela
la receta, aunque aclara que cada hogar
introduce sus propias variaciones: Se
toman las arepas sobrantes de días
anteriores y se les da una pasadita por
agua, pues con el paso de las horas se
entiesan. Después se parten en
pedazos y estos se fríen en aceite
y mantequilla, de manera que queden un
poquito tostados. Aparte se han revuelto
huevos con un poquito de sal, que se echan
sobre los pedazos de arepa. La mezcla
se revuelve `con mañita´
y se deja secar de nuevo.
Caribe
Para hablar de la arepa costeña
hay que moverse en el sabroso limbo que
separa las arepas de las empanadas y referirse
a una añeja discusión entre
cartageneros y barranquilleros, difundida
por el gastrónomo Lácydes
Moreno, acerca del nombre de la popular
arepa de huevo.
El punto es sencillo: los `curramberos´
prefieren la simple "arepa e´huevo",
mientras que los de Cartagena la enriquecen
con picado de cerdo bien sazonado y se
refieren a ella como "empanada con
huevo".
Sea como sea, esta última pertenece
a los recetarios más tradicionales
de `La Heroica´. En cambio, la arepa
barranquillera -costeña, en realidad-
se renueva todos los días, crispada
por el aceite hirviente de las pailas,
en comedores populares como los de Luruaco
y Lomita Arena (`Luruaquito´), en
las vías que comunican las dos
ciudades.
Boyacá
En pocas palabras, la auténtica
arepa boyacense se consigue al tostar
una masa de trigo y maíz, mezclada
con cuajada molida, mantequilla, sal y
panela. Sin embargo, hay ciertas sutilezas
para resaltar. Según Iván
Mesa, de la Casa de Boyacá, en
algunos pueblos se coge el maíz
dos o tres meses después de la
cosecha, para que se seque sin bajarlo
de la mata.
Después se muele en los molinos
manuales, se le agrega sal, mantequilla,
clara de huevo o huevo batido, se deja
secar un poco el amasijo, y luego se prepara
a la brasa, sobre la estructura de la
estufa de carbón o dentro del horno
de las mismas. Ramiriquí y Paipa,
por ejemplo, hacen gala de esta técnica.
En lugares como Corrales y Busbanzá,
se suman a la preparación las harinas
de arveja y fríjol secos. Nota:
Las arepas de Paipa son más pequeñas
que las demás.
Santander
En la tierra de los guanes, la arepa chicharrona
es la que manda la
parada. La tradición ordena cocinar
el maíz en agua un día antes,
para que el grano suelte la cáscara,
y luego lavarlo. Al día siguiente
se muele el maíz mezclado con chicharrones.
Las bolas de masa se presionan entre hojas
de plátano para darles forma, y
entonces las arepas crudas se ponen al
fuego en tiestos de barro hasta que estén
crocantes y amarillas. Toque secreto:
El agua debe estar mezclada con ceniza
de leña.
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