FABRICATO
En sus a�os de
vida productiva, Fabricato ha vivido largos y felices per�odos entre
las sedas. Pero tambi�n ha visto muchos de sus sue�os convertidos en
hilachas.
En la historia
de las viejas textileras colombianas, Fabricato es la ni�a menor. Cuando
la empresa fue fundada el 26 de febrero de 1920, con el nombre de F�brica
de Hilados y Tejidos del Hato, con sede en Bello, ya funcionaban en
Medell�n y municipios vecinos algunas veteranas como la Compa��a Antioque�a
de Tejidos, la Compa��a Colombiana de Tejidos -Coltejer-, la Compa��a
de Tejidos e Hilados de Rosell�n y el galardonado taller de tejidos
de Jes�s Mar�a Montoya, en Rionegro.
Aunque muchas de estas empresas hab�an despegado a partir de 1902, ya
desde 1864 se hab�a hecho en tierra paisa el primer intento de industrializaci�n
textilera, con la creaci�n, en el municipio de Copacabana al norte del
Valle de Aburr�, de una firma llamada F�brica de Tejidos del Pa�s, integrada
por obreros santandereanos.
Si bien es cierto que Socorro y San Gil, junto con Tunja, hab�an sido
los centros textileros precursores del pa�s, la balanza comenzaba a
inclinarse en favor de Antioquia, departamento que asumi� el reto con
tal fervor, que abri� la primera escuela de ense�anza textil y, adem�s,
puso en marcha el curioso programa de montar telares en las c�rceles,
para que los reclusos se ocuparan en algo �til y provechoso.
Analizadas
todas las anteriores circunstancias, la
producci�n de telas y art�culos afines luc�a
como una atractiva oportunidad de negocios,
y esto era, precisamente, lo que hab�an
pensado tres amigos, cuando decidieron constituir
Fabricato. Uno era Carlos Mej�a, no s�lo
proveniente de una de las m�s antiguas familias
antioque�as, sino primo de Gonzalo Mej�a,
promotor de grandes empresas como la carretera
al mar en Urab�, el transporte a�reo, la
navegaci�n fluvial y la cinematograf�a nacional.
El otro socio se llamaba Antonio Navarro,
concu�ado de Mej�a, y relacionado con el
clan de los Ospina Rodr�guez.
Mej�a y Navarro invitaron como accionista minoritario al grupo familiar
de Alberto Echavarr�a Echavarr�a, sobrino de Alejandro Echavarr�a Isaza,
fundador de Coltejer. Hab�a en esta decisi�n un claro prop�sito de aprovechar
el nexo sangu�neo con los l�deres textileros de la �poca, para poner
a andar el negocio sin mayores sobresaltos.
En gran parte, el buen �xito de la industria textil antioque�a estaba
determinado por el cierre de exportaciones desde Estados Unidos y Europa,
como consecuencia de la Primera Guerra Mundial. Aunque por esa �poca
el conflicto acababa de concluir, era previsible que la situaci�n se
mantuviera mientras los beligerantes reconstru�an sus econom�as.
Lo que Mej�a, Navarro y Echavarr�a no alcanzaron a imaginar fue que
la resaca de la contienda europea conducir�a a una profunda crisis econ�mica,
que los oblig� a postergar la iniciaci�n de operaciones por tres a�os
m�s, hasta agosto de 1923. Tal fue por el p�nico que Mej�a y Navarro
cedieron sus intereses a los Echavarr�a, que hab�an sido invitados con
s�lo un quinto del capital, inicialmente fijado en 800 pesos.
De todas formas, el proceso no se detuvo. Los terrenos de la futura
f�brica se seleccionaron y compraron, y posteriormente se construyeron
las primeras edificaciones. Los pedidos de maquinaria, suspendidos inicialmente,
se reanudaron en 1922, con equipos m�s modernos y automatizados. Finalmente,
el 7 de agosto de 1923, se inauguraron las instalaciones, con la presencia
del presidente de la Rep�blica, general Pedro Nel Ospina, quien, curiosamente,
hab�a sido gerente de la Compa��a Antioque�a de Tejidos, en 1902.
Fabricato inici� labores con la producci�n
de telas crudas y te�idas en fondo entero. La primera variedad de dril
la bautiz� con el nombre de Luis. Luego siguieron otros productos como
el dril C�rdoba, el diagonal Rolo, el dril Naval, la coleta Gloria,
lo mismo que cretonas, escocesas, percales, popelinas, toallas y cientos
de referencias m�s.
Jorge Echavarr�a, hermano de Alberto, y administrador en los a�os del
despegue, desarroll� una simp�tica pol�tica de empleo, que consist�a
en pararse en la entrada de la f�brica para ver desfilar a ni�as y j�venes
que ven�an a traer alimentos a los obreros. Despu�s de pedirles autorizaci�n
a sus padres, Jorge contrataba a los peque�os, y, en muchos casos, ten�a
que montarlos en cajones de madera para que pudieran ver bien los trabajos
de producci�n.
Desde entonces, Fabricato creci� dentro de la m�s estricta mesura de
gastos, sin renunciar a su condici�n de pr�digo patrono con sus empleados.
Adem�s de financiarles vivienda y patrocinarles cl�nica y escenarios
deportivos, les dot� de prestaciones laborales, que despu�s se adoptar�an
legalmente a nivel nacional. Entre �stas figuraban las vacaciones remuneradas,
las primas y otras bonificaciones.
Hasta la celebraci�n de
sus primeros 25 a�os de labores, la vida en Fabricato transcurri� con
un ritmo sostenido de expansi�n y ensanches. En 1940, estamp� la primera
yarda de tela, novedad que fue recibida con entusiasmo por los compradores.
En 1946 particip� en la creaci�n de Textiles Panamericanos, Pantex,
con un aporte del 51% del capital.
Por largos a�os, Coltejer y Fabricato sostuvieron relaciones de amables
contrincantes, tanto m�s por el hecho de que las dos compa��as estaban
dominadas por descendientes de la misma familia. Pero en 1948, con motivo
de la celebraci�n de las bodas de plata de Fabricato, las cortes�as
se acabaron.
Para la difusi�n de las actividades conmemorativas, Fabricato proyectaba
una emisi�n nacional a trav�s de la Voz de Antioquia, precursora de
Caracol, y de la cual Coltejer terminar�a siendo accionista. Pero una
semana antes, Coltejer hab�a adquirido la exclusividad de la propaganda
textil, y Fabricato se vio abocada a una situaci�n casi sin salida.
Sin embargo, recurri� a una peque�a estaci�n local, llamada La Voz de
Medell�n, que termin� enlaz�ndose con la potente emisora Nueva Granada
de Bogot�, garantizando as� un cubrimiento del territorio nacional.
Eventualmente, este episodio condujo a la creaci�n de Radio Cadena Nacional,
de la cual Fabricato se convertir�a en socia. En cierto sentido, la
guerra de la radio fue, inicialmente, la guerra de las textileras.
En 1963, al conmemorar sus
primeros 40 a�os, la empresa inaugur� la Planta de Santa Ana. Dos a�os
m�s tarde, con la introducci�n de las llamadas fibras poliest�ricas,
inici� un ambicioso proyecto de diversificai�n, que complement�, primero,
con la fundaci�n de Fabritex, en Nicaragua, y, despu�s, con la ampliaci�n
de sus procesos industriales al municipio de Rionegro, donde inaugur�,
en 1969, la factor�a Textiles del R�o S.A., Riotex, para la producci�n
de tejidos de punto.
En 1974 particip� en la fundaci�n de Texpinal, en Espinal, Tolima, y
desde entonces ha sido coprotagonista, con Coltejer y otras empresas
del sector, de la Compa��a Algodonera Colombiana, dedicada al cultivo
de materia prima en la Costa, Santander, Boyac�, Tolima, Cundinamarca,
Antioquia, Valle y Caldas.
Su portafolio de inversiones en compa��as afiliadas incluye, adem�s
de Pantex y Riotex, a Textiles La Esmeralda, Compa��a de Financiamiento
Comercial Comercia, Comercializadora Internacional Fabricato y Diversificaci�n
Industrial de San Pedro, Divisa. Sus intereses en acciones de otras
compa��as van desde Fabrisedas, Carib� Internacional, Enka de Colombia,
Almacenes Paguemenos y F�brica de Textiles del Tolima, hasta Tablemac,
Promotora Nacional de Zonas Francas, Setas Colombianas, Centro de Exposiciones
y Convenciones de Medell�n, Promotora de Proyectos y Transmetano.
Uno de los vuelcos m�s importantes
en la historia de Fabricato se dio durante la gesti�n de Julio Arias
Rold�n. Despu�s de un largo dominio de la familia Echavarr�a en el manejo
administrativo de la empresa, se decidi� virar hacia una administraci�n
m�s independiente, o sea que con Arias el tiempo de los fundadores toc�
a su fin. En palabras de Alfonso Restrepo Ochoa, un ex alto funcionario
de Fabricato, "nada puede perturbar tanto el manejo de una empresa
como una junta directiva, sobre todo cuando los propios due�os la conforman".
Lo cierto es que, pese a algunas resistencias por parte de los Echavarr�a,
Arias logr� obrar con autonom�a y llevar a la empresa por nuevos caminos,
incluso uniendo a los textileros nacionales para que hablaran, no como
competidores, sino como colegas, defensores de una misma causa.
Pero si ese fue uno de los momentos m�s dif�ciles de asimilar, no existe
nada comparable con los episodios vividos al finalizar la d�cada del
setenta y comenzar la del ochenta, cuando la sed de toma de empresas
puso a Fabricato al borde de un abismo negro.
Los hechos ocurrieron bajo la presidencia de Jorge Posada Greiffenstein,
uno de los m�s rectos y recordados funcionarios, quien tuvo que presenciar,
casi impotente, la toma accionaria de Fabricato por el Grupo Colombia,
encabezado por F�lix Correa.
A Correa poco le interesaba el balance; lo atractivo para �l era el
valor de las tierras que ocupaba la factor�a, relativamente alto en
el concierto industrial de la ciudad. Para lograr su cometido, el Grupo
Colombia presion� una abrupta subida en el precio de la acci�n, y muchos
titulares aprovecharon el momento para vender. En un abrir y cerrar
de ojos, Correa y sus amigos estaban instalados en la junta directiva.
De ah� en adelante, Fabricato subsisti� por inercia, y, lo que es peor,
dentro de una acelerada tendencia hacia el deterioro. Seg�n el cronista
e historiador E. Libardo Ospina, la empresa cay� en un mal manejo administrativo
y esto, a su vez, la llev� a incurrir en otros desafueros: pasivo creciente,
p�rdida en la productividad, deterioro en la calidad, p�rdida de simpat�a
por la marca, desmoralizaci�n del personal y agotamiento de la m�stica
de otros tiempos. Como resultaba inevitable, a Fabricato le sobrevino
el desplome, ante la mirada imp�vida del gobierno de Julio C�sar Turbay
Ayala.
Con la intervenci�n del Grupo Colombia por parte de la entrante administraci�n
de Belisario Betancur, Fabricato entr� en concordato, con una junta
directiva encabezada por el ex gobernador y empresario Gilberto Echeverri
Mej�a. Paralelamente, en agosto de 1982, ingres� como nuevo presidente
Carlos Alberto Robles Echavarr�a, otro descendiente de los fundadores.
La dupleta Robles-Echeverri, apoyada por una junta directiva de primer
nivel, logr� enderezar el rumbo de la empresa, hasta sacarla del concordato
y aliarla despu�s a los intereses del llamado Sindicato Antioque�o.
Pese a la crisis de los
ochenta -sumada a problemas end�micos del sector textil como la competencia
desleal, el contrabando y las importaciones con lavado de d�lares-,
Fabricato ha intentado sostener su ritmo, modernizando su administraci�n
y engranaje industrial, bajo la direcci�n, desde abril de 1993, de Jorge
Restrepo Palacios.
Recientes medidas oficiales, encaminadas a proteger los intereses del
sector textil colombiano, prometen arreglarles el camino a los productores,
lo cual representar�a la mejor posibilidad para que Fabricato pueda
evocar, nuevamente, aquello de que es una empresa con "los hilos
perfectos".