Carlos
Vieco Ortiz El hombre
hecho música
Por Carlos Gómez
Botero
De la Academia Antioqueña de
Historia
En
la parroquia de La Veracruz de Medellín
está asentada su partida de bautismo,
la que nos atestigua su fecha de nacimiento:
febrero 14 de 1900.
Trajeron
a Antioquia el apellido Vieco dos hermanos
españoles, don Rafael y don Francisco,
quienes atraídos por las minas
de San Martín de Cancán
se radicaron en esa región; prueba
de ello es que encontramos a don "Raphael
Joseph Vieco" en 1772 como alcalde ordinario
de esa desaparecida población.
Al irse extinguiendo el poblado a fines
del siglo XVIII, las familias de Cancán
se fueron trasladando a Yolombó,
entre ellas la de los Viecos; por esto
la familia en mención reconoce
que su ancestro es del rincón del
Nordeste antioqueño: Yolombó.
Con
el correr del tiempo vemos regado el apellido
Vieco en buena parte del departamento
de Antioquia, sobre todo en Medellín,
donde fijó su residencia don Pablo
Emilio, quien se casó con doña
Dolores Arrubla; en este hogar vino al
mundo don Camilo, músico, compositor
y pintor, quien en su momento oportuno
casó con doña María
Teresa Ortiz Cárdenas. Esta feliz
pareja supo cultivar y formar un semillero
de artistas que han regado su savia hasta
las generaciones presentes y que, con
toda seguridad, heredarán sus dotes
artísticas muchos descendientes.
El
primogénito de la familia Vieco
Ortiz fue el Maestro Luis Eduardo, nacido
el 25 de septiembre de 1882. Desde muy
joven ingresó a la Escuela de Música
"Santa Cecilia", hoy Instituto de Bellas
Artes, donde cultivó las artes
de la pintura y de la música. Luego
fue Bernardo, notable escultor que cinceló
la estatua de Santander que hoy admiramos
en la Plazuela de San Ignacio; también
el Monumento al Obrero, "La Piedad" del
Cementerio de San Pedro y otras obras
más.
El
maestro Roberto que fue prdeesor por muchos
años en el Conservatorio del Instituto
de Bellas Artes, considerado como el verdadero
intérprete del clarinete. Gabriel,
excelente prdeesor de violín en
el Instituto de Bellas Artes y que formó
la orquesta llamada "Unión Musical".
Alfonso,
que fue un prodigioso chellista y prdeesor
del Instituto.
Por
último, y para completar el quinteto
anterior, tenemos el más sobresaliente,
el menor de ellos: el Maestro Carlos Vieco
Ortiz.
No
podemos seguir adelante sin mencionar
las tres admirables damas de la dinastía
de los Viecos: Tulia, Sdeía y Eugenia,
que mantuvieron encendido el fuego del
arte en el recinto vivencial de la familia.
Siendo
Carlos todavía muchacho, ya le
había dedicado al bello arte de
la música todas sus ilusiones,
pues a muy temprana edad, sus padres lo
habían ingresado a la Escuela de
Música "Santa Cecilia", donde se
destacó por sus dotes especiales
para el estudio musical, habiendo recibido
sus primeras lecciones de los maestros
Gonzalo Vidal (solfeo y armonía);
de Jesús Arriola (piano) y de Eusebio
Ochoa (contrabajo).
Lo
primero que tenemos que admirar del adolescente
Carlos es que para ayudarse a los estudios,
en el taller de la familia se dedicaba
a reparar pianolas y a fabricar los rollos
de estos aparatos, dejando la huella de
su interpretación en los valses
de Strauss.
Cuando
se dio cuenta de que ya podía iniciar
su labor artística, fue llamado
al servicio militar obligatorio. Aterrado
de que este suceso le cortaría
las alas para lograr sus ideales, resolvió
esconderse, y de su escondite salió
con su primera producción: el pasillo
"Echen p’al morro", que fue
todo un éxito y el firme fundamento
de su multitudinaria y valiosa obra posterior.
Su
constante anhelo de triunfar le fue dando
sus éxitos; la primera letra musicalizada
fue "Invierno y primavera" del poeta Villafañe,
y su primera grabación en microsurco
fue el pasillo "Triste y lejano" del poeta
Enrique Alvarez. De allí en adelante
en cincuenta años de vida artística
compuso más de 2.000 piezas musicales
entre las cuales se encuentran pasillos,
bambucos, torbellinos, valses, romanzas,
fantasías, himnos y marchas, la
mayoría inéditas. Dejemos
también constancia de su zarzuela
titulada "Romance Esclavo" que él
logró ver representada en el viejo
"Teatro Junín".
La
belleza de la música de nuestro
maestro está demostrada por la
calidad de los cantantes extranjeros,
que grabaron canciones suyas. Algunas
de las más conocidas son: "Hacía
el calvario" (hay grabaciones de Luis
Alvarez, Ortiz Tirado, Mario Suárez,
Carlos Jervis, etc.); "Las noches de Agua
de Dios" (José Moriche, Juan Pulido,
Moriche y Utrera); "Sed" (Ortiz Tirado);
"Última carta" (Juan Arvizu); "Plegaria"
(Ortiz Tirado); "Cultivando Rosas" (Sarita
Herrera); "Al calor de tu afecto", "Tierra
labrantía", "Ruego", "Honda Pena"
(Carlos Mejía); "En la calle" y
"Son de campanas" (Agustín Magaldi);
"Triste y lejano" (Moriche y Utrera);
"Raza", "Invierno y primavera" (Juan Pulido);
sin dejar de mencionar "Morenita la dulzura",
"Valse del corazón", "Patas d’hielo"
y otras que oímos a diario sin
saber que su autor fue el maestro Vieco.
Otro
género de música del maestro
fueron los Villancicos. En 1947, el padre
jesuita Tomás Villarraga, sabedor
de la capacidad creadora de don Carlos,
le pidió que le pusiera música
a unas estrdeas que él había
compuesto; así nació el
villancico "Buenos Pastorcillos" y una
veintena más que oímos en
la época navideña.
Como
Carlos Vieco era un Maestro de verdad,
probó a los cuatro vientos que
de la música también tenía
una rara habilidad para enseñarla,
por esto hizo cantar por más de
treinta años a los estudiantes
de diferentes institutos de Medellín,
creando en ellos un amor al arte de la
música que se reflejó en
muchas "estudiantinas" que se formaron
después de recibir sus lecciones;
basta mencionar la "Coral Coltabaco" y
la "Coral de Xócimos, cuyos esfuerzos
y progresos quedaron consignados en las
respectivas grabaciones de sus LP, bajo
la responsabilidad y dirección
de Vieco Ortiz.
Mención
muy destacada merece su estrecha vinculación
con el "Conjunto Tejicóndor" al
que dirigió y preparó desde
su fundación, por espacio de 28
años; con este Conjunto hizo presentaciones
en los Estados Unidos, por allá
en 1958, con motivo de la Semana Panamericana,
costeada por la Organización de
los Estados Americanos -OEA-, interpretando
más de treinta conciertos en diferentes
sitios de Washington y Nueva York, haciendo
conocer los aires más autóctonos
de la música colombiana.
En
1941 editó el Maestro un folleto
con partituras de varias canciones propias
para ser cantadas en escuelas, y en 1943
publicó uno de canciones colombianas.
Condecoraciones
y homenajes
Tanto
a nivel local como nacional el compositor
Carlos Vieco Ortiz fue objeto de cálidas
manifestaciones de admiración,
respeto y simpatía. Entidades de
diversa índole, tales como empresas
gubernamentales y privadas, asociaciones
cívicas, religiosas y culturales,
corporaciones turísticas y medios
de comunicación radial del departamento
y del país le impusieron condecoraciones
o le hicieron homenajes públicos
que mucho estimularon su vida de compositor,
artista y músico de nuestro país.
En la lista de estos homenajes y condecoraciones,
podemos mencionar, entre otros, los siguientes:
Siendo
gobernador de Antioquia el doctor Octavio
Arizmendi Posada, le impuso "La Estrella
de Antioquia" en su grado de plata, en
reconocimiento de la meritoria labor cumplida
en la creación, enseñanza
y divulgación de la música
Colombiana.
Durante
el primer Festival del Bunde que se realizó
en la ciudad tolimense de El Espinal,
fue condecorado con "La Medalla del Bunde",
otorgada por la Junta de Turismo y Ornato
de aquella localidad.
El
"Grupo Cultural los 18", integrado por
artistas locales, le impuso la condecoración
"Honor al mérito".
El
12 de septiembre de 1974 la "Fundación
Germán Saldarriaga del Valle" le
otorga el premio Germán Saldarriaga,
por su destacada contribución a
la cultura en Antioquia y en el país.
Una
de las condecoraciones que más
quiso fue "La Orden del Arriero" en el
grado de CABALLERO DE HONOR, hecho que
se cumplió en "La voz de Antioquia"
que tanto lo admiró.
En
1979 recibió "LA ORDEN DE LOS RECUERDOS",
creada para estimular a los mejores compositores
antioqueños y colombianos, y el
primero en recibirla fue precisamente
Carlos Vieco Ortiz.
El
16 de agosto de 1971 el frontis de su
casa fue engalanado por Sayco con
una placa que sigue atestiguando sus méritos
de gran compositor y que aún permanece
en la residencia de la familia.
Al
llegar a los 50 años de vida artística
que cumplió en agosto de 1971 se
sucedieron una serie de homenajes y condecoraciones
que bien pueden describirse así:
por el Decreto 1620 de agosto 20 de 1971
el presidente de la República,
Misael Pastrana Borrero, le otorga la
"ORDEN DE BOYACÁ" en el grado de
CABALLERO; otras entidades deiciales se
unen a este acontecimiento y lo condecoran:
el gobernador de Antioquia Diego Calle
Restrepo le impone la medalla "ESTRELLA
DE ANTIOQUIA"; recibe también "EL
HACHA SIMBÓLICA" de la Alcaldía
de Medellín; también la
"MEDALLA AL MÉRITO DEL INSTITUTO
DE CULTURA COLOMBIANO".
La
"FUNDACIÓN MEDELLÍN AGRADECIDO",
le otorga la condecoración póstuma
en categoría "BOTÓN CÍVICO",
el 11 de septiembre de 1980.
Y
para cerrar con broche de oro, el 11 de
agosto de 1984, la Alcaldía de
Medellín inicia la vida cultural
del Cerro Nutibara con la creación
del Teatro al Aire Libre Carlos Vieco
Ortiz".
Quedaría
incompleta esta corta biografía
si no le contáramos al lector que
el Maestro Carlos Vieco casó el
28 de mayo de 1928 con la señora
Raquel Montoya, unión feliz que
prolongó con entusiasmo y dedicación
al amor a la música; entre ellos:
Ester, organista; Julián, violinista;
Fabio, guitarrista; Cecilia, cantante;
Alvaro, pianista, guitarra, acordeón;
Lía, tiple; María Eugenia,
flauta dulce, pianista, coro de niños;
Gloria, guitarra y cantante; Jaime Fernando,
guitarrista; cerremos la lista con la
adoración del Maestro, su nieta
María Cristina Vieco Vélez,
que interpreta la flauta traversa y que
es integrante de la "Batuta de Antioquia".
Después
de una corta enfermedad, el Maestro Carlos
Vieco Ortiz murió el 13 de septiembre
de 1979.